Como sabéis, desde hace varios años en el cole se trabaja en el proyecto de Alimentacción (www.alimentaccion.net ) que es un proyecto dirigido por las organizaciones de cooperación al desarrollo VSF Justicia Alimentaria Global y ACSUR Las Segovias. Se trata de un programa socio educativo sobre nuestra alimentación y cómo afecta al entorno, la salud y a las condiciones de vida de las personas y comunidades en el norte y en el sur del mundo, que tiene como objetivo transmitir la filosofía de la Soberanía Alimentaria en las escuelas.
Quiero contaros en varias entradas, como se trabaja también, desde este proyecto la equidad de género.
La propuesta de la soberanía alimentaria, pasa por el imperativo de que sin equidad de género no es posible la misma. Exige que los pueblos tengan derecho a decidir su propio sistema alimentario y productivo, y que se garantice el acceso y gestión de la tierra, los territorios, el agua, las semillas, el ganado y la biodiversidad a aquellas personas que producen los alimentos. En este contexto, la soberanía alimentaria supone crear nuevas relaciones sociales libres de opresión y desigualdades entre los hombres y las mujeres, además de entre pueblos, grupos raciales, clases sociales y generaciones. (Declaración de Nyeleni, Mali, 2007).
Somos conscientes de que, aún existen múltiples factores sociales, culturales y económicos que contribuyen a la persistencia de grandes desigualdades de género. Si abordamos estas desigualdades en el mundo rural, podemos observar que la división sexual del trabajo asigna a las mujeres las labores domésticas y el cuidado de sus familias, especialmente la crianza de niños y niñas y la atención a personas ancianas y dependientes (esto incluye múltiples trabajos en el campo que sin embargo se consideran trabajo de cuidados: ordeño, ayuda en los momentos de más trabajo como recogida de cosechas, cuidados de aves de corral, huerto de autoconsumo,...) Y en contraposición a este ámbito doméstico, a los varones les es asignado el ámbito público, encargados de gestionar económicamente la tierra y la venta de la producción. Si atendemos al trabajo asalariado, las situaciones laborales de las mujeres en la industria alimentaria frecuentemente son más precarias, teniendo que compatibilizar varias actividades a tiempo parcial o empleándose en trabajos de temporada. Una de las principales causas de esta situación es la consideración de que el varón debe ser el “sustentador” de la familia, mientras que los ingresos aportados por las mujeres son considerados en muchos casos “un complemento”.
Y hasta aquí puedo contaros hoy, en las sucesivas entradas os iremos contado más cosas sobre Soberanía Alimentaria y Equidad de Género.
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