Continuamos esta semana con una entrada de una persona invitada. En este caso es Laura Gutiérrez Santiso, Pedagoga y Antropóloga, Presidenta de la Asociación EducAcción quien ademas está vinculada al mundo de la música. Os dejo con ella.
La música es una construcción cultural y además, es un medio de comunicación y como tal, es capaz de expresar estados de ánimo, emociones, circunstancias, pensamientos, etc. Escuchar ciertos tipos de música también implica, en muchos casos, identificarnos con ciertos principios o valores, vestir de una determinada manera y compartir unos ideales o una determinada forma de ver y estar en la vida.
La música es también creadora, portadora y transmisora de las construcciones de género, con una dimensión colectiva de gran incidencia social. Por ello, esta expresión artística puede actuar como potente motor de cambio pero también como una eficaz herramienta del poder para sustentar el pensamiento único o la ideología dominante[1]
Actualmente, dentro de la cultura occidental, en la era de la comunicación, la música nos acompaña en nuestro día a día: publicidad, teléfonos móviles, ordenadores, radio, televisión, etc. y como elemento tan presente en nuestra cotidianeidad y especialmente presente en el día a día de nuestros niños, niñas y adolescentes es necesario que reflexionemos sobre los valores, estereotipos e ideales que nos está transmitiendo.
Si empezamos por reflexionar brevemente sobre algunas canciones infantiles, podremos ver, en algunos casos, claros ejemplos de violencia cultural, algunas frases como las que se recogen a continuación podemos encontrarnos. “Don Pepito mató a su mujer, por haber sido muy mala y no querer obedecer. En el corralito la pudo esconder. La echó en un caldero y la puso a remover. Don Pepito hizo muy bien. Su próxima novia será buena mujer.”
En este otro ejemplo vemos, cómo se están transmitiendo estereotipos de género. “Arroz con leche, me quiero casar con una viudita de la capita, que sepa coser, que sepa bordar, que ponga la mesa en su santo lugar.”
Si ya pasamos a reflexionar sobre alguna canción dirigida a un público más mayor, como el reggaetón, encontramos frases como esta: "Agárrala, pégala, azótala"… y otras muchas.
En este tipo de letras se está dando un claro ejemplo de violencia cultural, donde la violencia y la humillación a la mujer es una constante. Johan Galtung define la violencia cultural, como una violencia, simbólica, que “se expresa desde infinidad de medios (simbolismos, religión, ideología, lenguaje, arte, ciencia, leyes, medios de comunicación, educación, etc.), y que cumple la función de legitimar la violencia directa y estructural, así como de inhibir o reprimir la respuesta de quienes la sufren, y ofrece justificaciones para que los seres humanos, a diferencia del resto de especies, se destruyan mutuamente y sean recompensados incluso por hacerlo.[2] ”
Cómo explicó Galtung en su triangulo de la violencia, la violencia directa está muy relacionada con la violencia cultural y/o con la violencia estructural, estas son menos visibles que la violencia directa, pero igual o más dañinas. Es sobre estos tipos de violencia sobre los que hay que trabajar para llegar a erradicar la violencia directa.
Triángulo de Galtung.[3]
Cómo se puede ver, tanto en canciones infantiles, cómo en canciones dedicadas a un público más mayor se siguen transmitiendo unos valores que normalizan la violencia, se promueven unos roles sexuales que denigran a la mujer y promueven un ideal de “mujer buena” que sepa hacer las labores del hogar, que haga lo que el hombre considera que tiene que hacer, etc.
¿Son estos los estereotipos y valores que queremos que les lleguen a nuestros hijos e hijas a través de la música? ¿Queremos que nuestros menores construyan su identidad de género sobre estos principios?
CONCLUSIONES:
- Como madres, padres y docentes también intervenimos en la construcción de la identidad sexual de las y los menores, construida desde el modelo social y cultural que se les ofrece, dentro del cual también se incluye la música.[4]
- La música es un elemento importante de control y consumo, y como tal, contribuye a construir la identidad de las personas, evidentemente no es el único factor que influye, pero es uno de ellos, y por tanto hay que prestar atención a los valores que se están transmitiendo.
- Las canciones, no por ser algo divertido, ameno, o “algo que se ha cantado toda la vida”, deja de ser un medio de transmisión cultural, y en algunos casos, cómo hemos visto, se pueden convertir en herramientas con las cuales estamos ejerciendo un tipo de violencia: violencia cultural. El entramado de valores en los que se basa este tipo de violencia se asume desde la infancia y nos prepara para la colaboración activa y/o pasiva con estructuras injustas e insolidarias.
Existen en la red diferentes
materiales para trabajar los estereotipos de género y la violencia contra la
mujer en la música, como por ejemplo: “150
canciones para trabajar la prevención de la violencia de género en el ámbito
educativo” de la página web: www.educatolerancia.com
Casualmente, hablando sobre el tema de esta entrada con una amiga durante esta semana pasada, me comentó que en la asociación en la que participa "Medrando en Lugo" había decidido adaptar algunas canciones de comba y me pasó varios ejemplos, os dejo aquí uno de ellos
Sangre cuajada de primera división,
la que toman los vampiros para hacer la digestión.
Mi casa es un castillo
y mi cama un ataúd
Y mi plato preferido las tripas con pus.
Quizás pueda ser una buena actividad para realizar en clase, ¿ No te parece?
[1]
Mercedes Zavala: MANUAL DE MÚSICA Y GÉNERO (MUSIC AND GENDER GUIDE)
[2] Galtung, Johan. (2003). Tras la violencia, 3R:
reconstrucción, reconciliación, resolución. Afrontando los efectos visibles e
invisibles de la guerra y la violencia. Gernika: Bakeaz/Gernika Gogoratuz.
[3]
Fuente: Wikipedia, Triángulo de la violencia.
[4] Marta Fdez.-Carrión Quero. Música y género: estereotipos sexuales a través de la música.
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